lunes, 15 de julio de 2013

Tu la corres con las piernas, yo con el pensamiento. Acompañar a un corredor.

Buenas!

Ha sido un fin de semana diferente. Ha sido mi primera ultra (bueno, “mis primeras ultras”) como (sufridor) acompañante.

Siempre en las carreras piensas en lo que te queda, lo que has de beber, lo que has de comer, si te duele esto o lo otro, el ritmo, el paisaje…o incluso intentas no pensar en nada. Pero es raro, muy raro pensar en quien te acompaña (si tienes acompañante) mas allá de verlo como un motivo para llegar hasta ese avituallamiento que se hace taaan lejano porque, además para mas inri, suele ser la pareja.

Aquí, en la Ehunmilak y la Bi haundiak, han sido “mis primeras veces” siguiendo a mis amigos, los que son y  han sido paño de lágrimas tantas veces en la montaña, en la barra de un bar o incluso en una camilla arreglando el desaguisado de turno.Y ha sido una experiencia, de tan buena, necesaria.

Casi siempre los corredores demasiadas cosas tenemos en la cabeza en esos momentos para pensar detenidamente en los acompañantes, pero no tenemos ni idea de lo que supone el ir de sitio en sitio persiguiendo al chalado de turno, con el trazado en una mano y un folio garabateado de horas, medias y puntos de paso en otra, durante horas, sin dormir, con los nervios de si “llega tarde” o “donde está”.
Luego ves al corredor, en trance, con “la mirada de los mil metros”, hecho un cristo…y arrancas a anirmarle, a empujarle, de informarle atropelladamente de novedades o trazado, te abstraes de decirle si mejor haz esto asi o asá, de no criticarle nada, de no romperle su burbuja mental, solo de animar, reconfortar y decir “ánimo, vas bien, ya lo tienes”…aunque le quede un infierno por delante.
Y a continuar persiguiéndole, a continuar sufriendo…y así, hasta la explosión de alegría de la meta o la comprensión cariñosa de una retirada por voluntad propia o ajena.

A todos nos vendría bien vivir esta experiencia. Que supiéramos que sin ellos no estaríamos donde estamos ya lo sabemos y valoramos, pienso; pero lo que implica acompañar en tiempo, emociones y paciencia, creo que no somos nunca conscientes, hasta que lo haces.

Desde esta humilde tribuna, mi reconocimiento total y absoluto a mis compañeros habituales de correrías, mis apoyos, mis pañuelos de lágrimas o mis inyecciones de moral, según corresponda en el momento. Sois maravillosos, eres maravillosa.


Sobre la Ehunmilak en sí, hay ya muchas crónicas y muy buenas. Como siempre la carrera y lo que le rodea maravillosa, con una de las mejores organizaciones y ambiente del sur de Europa (como mínimo) y con unos últimos 15 kilómetros infames, pero que no empañan para nada la ehunmilak y su “ecosistema”.

P.D: si alguien osa cagarse en la organización por la neutralización de parte de los korrikalaris en la ehunmilak, que antes de abrir la boca se informe de lo que implica tener el más mínimo percance, el más pequeño, con un aviso de “alerta amarilla” del Gobierno Vasco. Y ya no digamos si el percance tuviera relación directa con la alerta.

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